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jueves, 17 de marzo de 2011

ESCEPTISISMO

                      Timón el Silógrafo

Fue conocido y estimado del rey Antígono y de Tolomeo Filadelfo, según atestigua él mismo en sus Yambos. Antígono dice que fue muy dado a la bebida y poco aplicado a la filosofía; pues escribió Poemas, Versos, Tragedias, Sátiras, treinta dramas cómicos, sesenta trágicos, Sátiras también, y varias obscenidades. Andan además escritos suyos en prosa hasta 20.000 versículos, de los cuales hace memoria Antígono Caristio, que escribió su Vida. Los libros de Sátiras son tres, en los cuales, como escéptico que era, vierte mordacidades y sales contra todos los dogmáticos, trovándoles sus dichos (699). El primero de estos libros es una explicación que da él mismo. El segundo y tercero van en forma de diálogo, en el cual parece que Jenófanes Colofonio pregunta de cada cosa, y él mismo se responde (700). En el segundo trata de los más antiguos; y en el tercero de los que vinieron después, por cuya razón algunos lo titularon Epílogo. El primero viene a contener lo mismo, excepto que su poesía es de una persona sola, y su principio éste:Venid aquí, sofistas importunos, escudriñando siempre vanidades, etc.
Murió Timón cercano a los noventa años, como dicen Antígono y Soción en el libro II. Yo he oído decir que fue tuerto; y es verosímil, pues aun él mismo se llamaba Cíclope. Hubo otro Timón que fue misántropo (701). Nuestro filósofo fue muy aficionado a los jardines y a la soledad, como dice Antígono. Es fama que Jerónimo Peripatético dijo de él: «Como entre los escitas disparan flechas tanto los que huyen como los que los siguen, así entre los filósofos unos cazan los discípulos siguiendo y otros huyendo, como Timón.» Era muy agudo de ingenio para hacer burla de otros; muy aplicado a escribir, y diestrísimo en inventar tramas fabulosas para los poetas, y no menos en comprender tragedias. Fueron sujetos de ellas aun Alejandro y Homero. Si le estorbaban o interrumpían las criadas o perros, nada decía, no cuidándose de otra cosa que de la soledad.
Dicen que habiéndole preguntado Arato cómo se podrían conseguir íntegras y sin errores las obras de Homero, respondió que solicitando ejemplares antiguos, y no los ya enmendados. Tenía sus escritos poéticos tumultuariamente y sin orden, y aun corroídos en algunos lugares, de manera que, como una vez leyese algo de ellos al orador Zopito, y pasase sin advertir algunas hojas juntas hasta más de la mitad, siguió leyendo sin advertir el hecho de la narrativa: tan indiferente era en las cosas. Ello es, en efecto, que su serenidad llegaba a punto de no hacer caso aun de lo más importante. Cuéntase que habiendo visto a Arcesilao que andaba entre charlatanes y aduladores, le dijo: «¿A qué vienes tú aquí donde estamos los hombres libres?» Contra los que juzgaban de las cosas por los sentidos, concordándolos con la mente, solía decir a menudo: «Juntos van Atagas y Numenio» (702).
Acostumbraba también chancearse así: a uno que de todo se admiraba, le dijo: «¿Y por qué no te admiras de que siendo tres aquí, sólo tenemos cuatro ojos?» Es el caso que él y su discípulo Dioscórides eran tuertos, y aquel a quien lo dijo era sano de ojos. Preguntado una vez por Arcesilao por qué había vuelto a Tebas, respondió: «Para reír de vosotros al veros tan anchos y extendidos.» No obstante, a Arcesilao, a quien había tocado en sus Sátiras, lo celebró en el libro titulado Arcesilao, De las cenas.

                                         obra

(poemas filosóficos y satíricos, comedias y tragedias)


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